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Tu consejero

"El sueño de mi vida era tener un ángel de la guarda y lo he conseguido". Así resume una alta ejecutiva de IBM su relación con su coach: No habla de su preparador físico; sino de su entrenador para la vida. Life Coach es el término con que se dieron a conocer en Estados Unidos estos profesionales que son contratados para ser una suerte de alter ego que ayude a superar situaciones de estancamiento en la vida laboral o personal. Por ejemplo, Hillary Clinton consiguió ser la única ganadora del escándalo Levinsky gracias a la certera ayuda de su coach, que la llevó por el camino de la prudencia y la serenidad.

"El coaches alguien que no habla, sino que escucha y pregunta", así define su profesión Eduardo Larriera, psicólogo con una amplia experiencia de coaching. Más allá de ciertas habilidades, este profesional asegura que la actitud de escuchar al otro es lo determinante.

Parecería que no hay muchas diferencias entre la labor de un coach y la de un psiquiatra o psicólogo, pero el coach tiene metas más concretas y plazos para alcanzarlas. El coach no riñe ni dice qué hay que hacer; a lo sumo hace sugerencias; pero sobre todo, pregunta hasta que el consultante es capaz de dar respuestas eficaces. Interviene en asuntos que no son consecuencia de enfermedades, ni desórdenes emocionales, como puede ser la falta de motivación en el trabajo, el estancamiento de una relación de pareja, las bajas de la productividad laboral, la incapacidad de los directivos para delegar y planificar su tiempo, etcétera. "El proceso de coaching ayuda a descubrir los aspectos de uno que están presentes en todos los conflictos", indica Larriera. Además, el coach no busca el origen de los problemas en el pasado, sino que se centra en la situación concreta que vive el individuo.

Hace unos 10 años, los life coach aparecieron en Estados Unidos. Sus c¡clientes eran los altos ejecutivos de General Electric,Motoróla o Arthur Andersen. Las grandes empresas contrataban el servicio de los coach para aliviar el estrés del personal, mejorar la calidad de los servicios, elevarlas ventas
o aumentar la productividad. Pero un coach también puede ser capaz de solucionar un problema de pareja o situaciones conflictivas en la familia o el empleo.

Un buen "Coach" debe ayudar a descubrir y a superar los puntos ciegos de un conflicto, que son los que originan la mayoría de las discusiones. "Cada uno tiene sus puntos ciegos, que son aquellas zonas de la
realidad que no podemos comprender, mientras que otra persona sí las percibe. El reto del coach es ampliar la visión sobre los conflictos y generar una creciente autonomía en el consultante descubriéndole
sus propias capacidades para solucionar los problemas", explica Larriera.

Cualquiera no puede convertirse de la noche a la mañana en el álter ego de alguien que hasta ayer era un desconocido. El primer gran reto del coach es ganarse la confianza del cliente. Para ello; debe asumir una actitud de escucha, abstenerse de indicar las soluciones que cree correctas y esperara que el cliente las descubra. Todo esto implica mucha paciencia para acompañar a la persona el tiempo que necesite para solucionar el problema. "Nadie convence a nadie", asegura Larriera, que afirma que el coaching sólo funciona con gente realista, "que tenga los pies en la tierra".

El coach podrá serle muy beneficioso alguien que no esté a gusto en su trabajo y no se atreva a darle un giro a su vida, a alguien que sabe que tiene talento para realizar una actividad pero le falta valor para
lanzarse, a alguien que deba enfrentar la vida solo después de una separación o a alguien incapaz de hacer algo provechoso con su tiempo. En una empresa, el coaching puede solucionar situaciones de estrés del personal, mejorar la calidad de los servicios y la productividad, elevar la gestión comercial y prevenir los riesgos laborales.

Si el "coach" es como un buen amigo, por qué no pedir ayuda a un familiar o a la pareja ante una situación difícil. Según parece las personas muy cercanas no pueden ejercer de coach porque no son neutrales. El coach evita tener fuertes sentimientos con su cliente para, desde la distancia, guiarlo, sugerirle soluciones. "Un amigo diría: 'te conviene' o te daría una orden. Un coach te preguntaría: ´¿qué se puede hacer?' , y frente a la negativa haría nuevas preguntas hasta conseguir alguna respuesta", explica Larriera.

Las sesiones con este curioso entrenador para la vida son limitadas y tienen que verse resultados concretos en corto tiempo. En opinión de Larriera, un proceso normal de coaching debe durar entre dos o tres meses, a razón de una sección semanal de una hora y media. Algunas agencias frecen apoyo por teléfono o por e-mail si el coach y su cliente no pueden verse a d¡ario.

La moda del coaching llegó a españa hace unos dos años. A primeros de 2001 se fundó el primer Centro Internacional de Formación para coaches personales, con sede en Bilbao. Este instituto forma coaches profesionales y ofrece un curso básico y un curso avanzado. Esta temporada, las plazas para el curso de Barcelona y de Madrid se completaron dos meses antes de la fecha de inicio.

En realidad, a casi todos nos gustaría tener un coach, otra cosa es que podamos pagarlo. Según la web Olacoach, primer site en español de estos profesionales, el coste de una sesión individual entre 30 y 60 minutos oscila entre 40 y 120 euros,y se suele comenzar por tres o cuatro sesiones mensuales. Los coach para altos ejecutivos cobran más porque estos clientes suelen trabajar con su coach de una a dos horas por semana, estas sesiones cuestan entre 150 y 350 euros por hora. El coaching en corporaciones o contratado para programas especiales llega a facturar de 1.500 a 10.000
euros por mes.

Artículo publicado en EL PAIS SEMANAL - Número 1.362. Pág. 107
Domingo 3 de noviembre de 2002

por Karelia Vázquez